El bordado y yo

Mi primer contacto con el bordado al aire fue tardío, pero desde pequeña he visto la delicadeza con la que mis padres abrían las lanas para conseguir mezclas de colores imposibles para volver a tornearlas y conseguir el color deseado. Ese momento de separar para volver a unir y crear algo nuevo siempre ha estado ahí.

Además, con el tiempo me he dado cuenta de que todo lo que hice antes del bordado al aire, no era más que el camino a seguir. Mis estudios de Diseño Gráfico y mi trabajo en tiendas de bisutería DIY, a priori sin relación, me han sido de gran utilidad. Por ejemplo, para la recuperación y rediseño de patrones o para conocer de primera mano todos los materiales disponibles y sus calidades.

Estaba trabajando en una tienda de materiales de bisutería DIY cuando decidí anotarme a clases de pandereta, en Xacarandaina, en la que tomé clases celebra una romería todos los años, y fue allí donde descubrí esos magníficos trajes de gala adornados con pasamanerías y esas formas sinuosas que recorrían los mantelos. Decidí que quería aprender, pero no fue fácil. Tardé 2 años en encontrar a Telly Miser, quien me enseñaría esta delicada y laboriosa técnica y la importancia de recuperar un arte que se está perdiendo, entre otros motivos, por la irrupción en los mercados de los guipures industriales chinos, obviamente mucho más. Disfruté mucho con la reproducción de antiguos patrones, fue así como realmente adquirí la técnica. Pero quería traer el bordado al aire a nuestros días, y siguiendo el ejemplo de otros muchos artesanos, busqué la manera de romper con lo tradicional para dejar de encasillarlo como adornos de nuestro traje tradicional y darles protagonismo. Y así fue como comencé a adaptar los diseños tradicionales a pulseras, collares, broches, tocados… combinando diseños tradicionales con diseños nuevos para crear piezas únicas.